lunes, 16 de junio de 2008

Eso digo “yo”


La música,la pintura, la poesía, la danza y el arte en general tienen algo en común que las hacen lo que son, subjetivas y personales, es decir, lo que para alguien puede ser bueno; por ejemplo, hablando de música: Emanuel ,Mijares Ana Gabriel , los Temerarios ó Juan Gabriel, para otros puede ser un insulto y preferir a The Beatles, The Rolling Stones, Heart ó u2, y estos a su ves serán insulto a los oídos de aquellos que escuchan a Frédéric Chopin, Piotr Tchaikovsky, Johann Sebastian Bach, etc. ¿En qué radica el saber distinguir lo bueno de lo malo? Básica y simplemente en el gusto personal, aunque hay sus detalles finos, la sensibilidad de cada persona es la que decide que para él es bueno o malo, que a su ves puede ser reflejo del hipotálamo el cual nos da el gusto por las cosas subjetivas como la belleza, pero también, como la belleza existen factores que nos influyen para alterar ese “gusto por” que en el arte en general, se da con el conocimiento y el interés de profundizar en las reglas de cada disciplina. En la música por ejemplo, sabemos de inicio que se compone de armonía, ritmo y melodía, que cada una de estas partes tienen sus reglas como afinación, intención y tiempo; estas a su vez reglas más finas como color, matiz o ambiente. Con lo anterior podríamos tener una base para poder definir lo que esta bien hecho y lo que no, sin que esto derive en lo que me tiene que gustar y lo que no.
Como segundo ejemplo, en la pintura las reglas al igual que en la música pueden ser el color, la perspectiva y la textura, las cuales a su vez tienen reglas como el matiz, el tono y la profundidad, y estas se rigen por la zona alba o el trazo y ambiente. Con esto podríamos saber con mayor conocimiento de causa porque Pablo Picasso es lo que es para la pintura y no lo es José Luis Cuevas ó Rafael Cauduro, mas la conclusión es la misma; puede gustarte Bob Ross y no hay ningún problema
En la poesía sucede lo mismo. El tener conocimiento de la métrica, el ritmo y la rima, son base para una adecuada elaboración de un verso, lo único que da como resultado es saber porque Bécquer y no Arjona pero como todo es subjetivo en el arte hay quien gusta de uno como del otro.
En resumen, para un servidor, el gusto por el arte en cualquiera de sus facetas es personal y puramente personal, pero existen reglas para que cualquiera de estas funcione como tal y muchas veces se confunden por la falta de compromiso de ir más allá.


Apéndice de “ADAM”
Resulta que con respecto al arte hay varias posturas. Por una parte se nos dice que el arte es absolutamente sensibilidad, percepción y emoción, todas de la manera más inmediata y pura. Por otra parte, hay estudios acerca de las obras de arte los cuales pueden ilustrarnos acerca de ellas; sin embargo a las personas que se tratan de enterar de la obra un poco más allá de la misma, se les tacha de pretenciosos. Yo creo que si bien no se debe desligar de ninguna manera al arte de la percepción y sensación, no es en nada contraproducente enterarse de otros aspectos que complementen esa emoción.

La gente cree que el arte está al alcance de todos los mortales y tienen razón, de la misma manera la medicina está al alcance de todos. Hablando de medicina, uno no consulta un libro de embriología para enterarse de cómo hornear un pastel. Naturalmente esto resulta ilógico para cualquiera. Al acercarse a una obra de arte, el espectador lo que hace es adentrarse a un elemento que así como el libro de embriología, guarda un discurso. Por ello es que uno al acercarse a una pintura debe preguntarse por la proporción áurea, al tener contacto con la danza debe preguntarse por el ritmo y la sincronización, al acercarse a la música debe preguntarse por los tonos. El saber no nos impide disfrutar las cosas, muy por el contrario si uno va conociendo cada vez más, puede apreciar de mejor manera la obra, la podemos descomponer y reintegrarla; hacerla nuestra. Debemos también entender que el acercamiento al arte en su primer nivel es completamente erótico, se busca placer y jamás se contrapone con el conocimiento académico. La gente cree que esto es imposible y sin embargo no lo es. El dentista no deja de besar por saber cuantos bichos y cantidades monstruosas de posibilidades de infección encierra una boca, el urólogo no deja de masturbarse por conocer los demonios que implica un pene y el ginecólogo no deja de tener sexo con su pareja por estar enterado del peligro que dicho acto puede llegar a significar. Nadie dice que el gusto por el arte deje de ser subjetivo o personal, sólo que nunca hay que negar la orientación pues a fin de cuentas si hay quien sepa más que nosotros. No porque a Adam Alberto Vázquez Cruz, subjetiva y personalmente no le guste la medicina, quiere decir que esté mal. J